Ganador del Premio Riddle Busca Ayudar a Los Marginados
Cuando Ricardo Ramirez empezó su carrera de pregrado en la UIC, no estaba seguro de lo que quería hacer.
“Sabía que era muy bueno para las matemáticas en la secundaria, por eso escogí ingeniería industrial”, dijo Ramirez. “Entonces me di cuenta que no era mi pasión”.
Cambio dirección y decidió estudiar matemáticas de informática y psicología, y después decidió enfocarse en psicología y terapia ocupacional.
Ramirez ha prosperado desde que encontró su pasión — se recibe el próximo mes con un perfecto promedio de 4.0 en sus calificaciones.
Él es el ganador este año del Premio Donald y Leah Riddle por Sobresaliente Graduado. El premio, nombrado por un previo rector y su esposa, figura entre los honores académicos superiores de la UIC.
“Siempre pensé que tal vez no era lo suficiente bueno para este galardón o aquella oportunidad”, dijo Ramirez, estudiante de cuarto año en el Colegio de Honores. “Pero, pensé, ‘tal vez si me esfuerzo un poco más o permanecería despierto más tiempo, puedo impulsarme adelante hacia mi meta de ser un terapista ocupacional’”.
Ramirez decidió estudiar terapia ocupacional para combinar su interés en salud física y mental con su pasión por el servicio. Enfocó su proyecto final del Colegio de Honores en evaluar la usabilidad de tres teléfonos inteligentes entre usuarios con parálisis cerebral.
El principal modo de introducir datos en los teléfonos inteligentes es a base del panel táctil, y eso puede ser no accesible para alguien que tiene una discapacidad física afectando las extremidades superiores”, dijo él.
Ramirez regresará a la UIC en el otoño para empezar sus estudios posgrado en terapia ocupacional. Espera terminar su título posgrado, ejercer por unos pocos años, y después obtener su doctorado en ciencias de la rehabilitación.
“Quiero investigar como minimizar las disparidades de salud entre los grupos marginados en la comunidad de personas con discapacidades”, dijo él.
El verano pasado, fue un becario en el Centro “Heritage Healthcare” en la comunidad de Harlem en la ciudad de Nueva York a través del programa de becarios en salud pública de verano en la Universidad de Columbia. Allí, ayudo implementar esfuerzos de alcance comunitario para promover las pruebas de detección colorectal.
“Con esa experiencia aprendí que quería ayudar a las comunidades marginalizadas”, dijo él.
Un estudiante de colegio de primera generación de Melrose Park, Ramirez persiguió oportunidades de liderazgo y asesoramiento en el campus. Es un mentor de sus pares de pregrado, embajador estudiantil del Colegio de Honores, y presidente del Club de terapistas ocupacionales, y fue editor del boletín del Colegio de Honores llamado “The Ampersand” entre otras actividades voluntarias.
“Tuve, y hasta este día todavía tengo, una variedad de mentores, tal como familia, amigos, profesores, y facultad que me han dado consejos invalorables de como navegar la UIC y hacer lo máximo de mis cuatro años como estudiante de pregrado”, dijo él. “Quiero hacer lo mismo para otros estudiantes para que sean exitosos en sus esfuerzos, para que ellos también puedan ayudar a otros estudiantes en el futuro”.
¿Su consejo para otros estudiantes de la UIC?
“Cree en ti mismo, no importa lo que pase”, dijo él.
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